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Resumen
Resumen
Cinismo blacker "posideológico"
Fractalizar la identidad
BM como significante Amo
Comentario de la entrevista a Abbath
Corpse paint como "desidentificación"
El nombre Burzum como síntoma
Si somos lo suficiente
rigurosos en nuestras aseveraciones tendremos, en su momento, por necesidad, ir
dejando atrás algunas afirmaciones, sosteniendo unas, y también transformando
otras, por lo que no podemos ver esta enumeración de escritos a través de un
efecto “gestáltico” cualquiera, sino más bien, ir viendo la travesía desde
diversos momentos de nuestras reuniones, adquiriendo su significación de modo
retroactivo y perfilándose en una obra que, claro, se irá presentando de modo
cronológico, pero su lectura supone también una inmersión lógica en el asunto;
es decir, poder leerla desde el –presunto- final y pensar lo anterior de otro
modo. En el encuentro primero hablamos de cosas tajantes; y sin embargo, no me
di el tiempo de explicar a detalle desde dónde estaba construyendo aquello que
de por sí siempre estuvo construido de otro modo. Quizá haber hablado de un
templo de palabras muertas no pasa de ser una mera introducción poética, que
–agrego- pudiera ser de muy mal gusto para algunos, pero tiene su razón de ser. El
primer escrito se puede resumir como el planteamiento de señalar el lugar de la
falta en el Otro, como objetivo y como producto de nuestras reflexiones acerca
del “mundo blackmetalero”. Si bien no explico a fondo los conceptos operativos
y técnicos que utilizo, como el Otro diferenciado del otro, como lo real,
simbólico e imaginario, etc., están siendo comprendidos en todo momento,
incluso si no se dan cuenta. Como estas reuniones no son ciertamente escritas
con un fin profesional, sino que son ejercicio de escritura, como parte de lo
que Chaoswolf aúlla, no nos detenemos tanto en cuestiones de orden formal. Pero
también otra cosa es cierta, y es que a pesar de la intención artística, si
quieren llamarle así, con la que elaboro estos textos, tienen una estructura y
unos objetivos bien planteados y fundamentados. En el encuentro segundo, me enfoqué en algunos de esos
símbolos que resumen muchas de las significaciones en el BM que son, claro está,
el anticristianismo y el satanismo. Se me objetará que dejé por fuera al
paganismo, pero fue con toda intención, para poder dar el segundo paso que fue aterrizar
estos planteamientos a nuestro contexto que es México. Apuntar a tocar los
“ismos” basales es exactamente una parte fundamental de la llamada subversión
del BM. El tercer escrito fue, en primera, organizar un mito para dar cuenta de
aquel Real del que les he hablado en el BM, aquello que lo llega a hacer
indefinible hasta cierto punto. Utilicé el génesis bíblico por un motivo
práctico, pero también por una razón un poco burlona. Luego abordé el NSBM en
cuanto a la polémica que genera. Y de algún modo sostuve la opinión opuesta al
anti-nazi común, que es la de que el BM no tiene nada que ver esa ideología;
tiene que ver y mucho, no obstante, nosotros estamos haciendo un trabajo de
reformulación, por lo que no podemos reducirnos a decir que el NSBM sea la
esencia del BM. En el cuarto encuentro tomamos un rumbo hacia una parte
fundamental, en la que traigo a mesa la noción psicoanalítica de sexualidad. Se
trata de responder la pregunta ¿qué lugar tienen las mujeres en el BM? Pregunta
aterradora porque esconde la pregunta real: ¿Qué es una mujer? Ninguna
respuesta que apelase a factores de igualdad nos contentaba, por el simple
hecho de que nadie tendría necesidad de hablar de igualdad si en realidad
existiera. Por eso vimos en el problema de las mujeres un punto de regreso a
nuestras reflexiones sobre la consistencia ontológica del BM. Se propuso
entonces que las mujeres están en Otro lugar con respecto a él, por jugar con
una metáfora espacial y hacer más asimilable la cosa, pues a lo que apuntamos
con eso es a decir que ese Otro lugar es el lugar de Otro goce, de ese extraño
emparentamiento que vemos en Nietzsche de la mujer con la verdad, que en
psicoanálisis es la verdad de que no hay saber sobre de lo real, por lo tanto,
es paradójico, pues la verdad es que no podemos acceder al goce total que
implicaría la Verdad. En otras palabras:
nadie sabe qué es una mujer. Debido a esto, ponemos en suspenso la
concepción misma de “hombre” y “mujer” en tanto significantes que se sitúan del
lado de los saberes. Luego agrego un pequeño apartado introductorio a la
metáfora de los lobos y el rebaño para irnos quitando de la visión dualista de
las cosas.
Ahora vamos a valernos
del sentido común, al que le gusta hablar de “escena del BM”, para dar un giro
y traer el análisis de la ideología que se deja ver incluso en ese significante
(escena) tan usado. Escena aparte de poder ser una parte de la obra, se usa
para referirse al escenario en el que se va a llevar a cabo la obra, ¿no es
cierto? Freud relacionaba al inconsciente como lo que él llamó “la otra
escena”, esa que nosotros traemos a la “escena” de siempre para denunciar su
verdadero estatuto. La masa (artificial, para ser más específicos), como Freud
nos va a decir, se crea por la fuerza de Eros y depende de un objeto (por
ejemplo, el líder político) que se ponga en el lugar del Ideal del yo, aquel
lugar al que aspira el sujeto para hacerse amable para el Otro. Yo he llegado a
hablar del BM como una masa amorfa y estereotipada, como una especie de
religión en la que aparentemente cada quien es –tautológicamente- él mismo, por
lo tanto, la autenticidad es tan pura que se vuelve dudosa. Chaoswolf en su
canción Chaos-wolves from nowhere, formula lo opuesto a esto: si el caos es real, es porque no somos lo
que creemos que somos.
Les dije en una ocasión
que el BM debería concebirse como un género ideológico, indudablemente, se
trata de un modo de ideología, por lo que vamos a articularlo desde la crítica
de la ideología que hace Slavoj Zizek utilizando el psicoanálisis planteado por
Lacan. Podemos decir que lo que Marx entendía por ideología se resume en la
frase: “Ellos no saben lo que hacen, pero lo hacen”. La fantasía ideológica de
algún modo radica en creer que no estamos atrapados por la ideología, por el
hecho de saber que la ideología es una pantalla engañosa que enmascara la
realidad pasamos por alto que la realidad ya está per se estructurada por la ideología. Es decir, podemos pensar ya
haber superado la enajenación clásica del blacker o el metalero: el tipo que
organiza su vida en torno a una falsa creencia en la divinidad de Judas Priest,
en la magnificencia del metal o de su subgénero favorito, y en general, en que
por ser metalero ya se encuentra diferenciado sustancialmente de otros que no,
que ya adquiere un nivel simbólico concreto, que su identidad ya está fijada
dentro de unas muy marcadas coordenadas. Bien, podemos conocer este perfil con
nuestra experiencia diaria y aun así decir: yo no soy así, mi identidad no me
la da ningún género musical, me la doy “yo mismo”, soy blacker por mi cuenta, etc., etc.”. Sin embargo, este último sujeto
colecciona discos, hace música para el género, la vende, hasta se podría dar el
caso que en sus letras escribiese sobre cosas en las que en realidad no cree, o
si las cree, no tiene ni la menor idea de por qué. En pocas palabras: “él sabe
muy bien lo que hace, pero aun así, lo hace”. Así lo maneja Sloterdijk
refiriéndose al cinismo. Es decir, la ideología se superpone a pesar de que el
sujeto crea ser autónomo.
El cinismo ideológico es una especie de "negación de la negación" hegeliana. Podemos ejemplificar esto con el conocido video de una entrevista a Abbath de Immortal, en la que dice que la ideología tradicional de la quema de iglesias es sólo una pantalla que para lo único que sirve es para enriquecer al gobierno, etc., etc., y su última consecuencia, dice, -tras una ruidosa carcajada- es "end up in jail" (refiriéndose a Varg Vikernes, naturalmente). Es decir, ¡esa actitud común de distancia cínica con respecto a una ideología no subvierte dicha ideología! Sólo la niega para integrarla en una especie de síntesis: el caso de este video funciona como la frase "¿qué es el robo de un banco comparado con la fundación de un nuevo banco?"; o sea, la reacción cínica diría que el enriquecimiento legal es mejor y aparte está protegido (pero no toca el núcleo del enriquecimiento), también diría que el BM es más sagaz cuando puedes tirar iglesias simbólicas con tus letras, hacer maldad, transmitirla, etc. sin pagar consecuencias legales e incluso vivir de ello, en ambos casos el cinismo denuncia la falsedad tras la apariencia de verdad pero no se renuncia a ella, demostrándonos la importancia de la apariencia en la articulación de la verdad. Ninguno de los dos ejemplos tocan el núcleo ideológico, sólo denuncian su nivel de ficción y se adhieren a ella en su actividad simbólica. El cinismo pues, no es una actitud posideológica, hoy es la actitud ideológica por excelencia.
Entonces me dirán:
¿Cuál es la solución? ¿Cómo trascender esta inmersión ideológica? ¿Cómo ser
únicos y autónomos, verdaderos lobos lejos del rebaño ideológico?
Si bien yo no
colecciono discos y tengo muy trazado el tema de mis letras y la orientación de
mi música (jamás verán a Chaoswolf tocando shoegaze, por ejemplo), estoy
existiendo en el BM, aunque para ser más específicos estoy: ex –sistiendo.
¿Estoy afuera o adentro del movimiento? Estas nociones no son necesarias si
tenemos a la mano una figura topológica, llamada banda de Moebius. Verán que en
ella no hay afuera ni adentro. Las soluciones muchas veces son un intento
forzado de dar circularidad a algo que tiene una forma más del tipo fractal,
pero verán Uds. que el fractal sigue cierta lógica en su formación, pues se
entiende como un conjunto que en la teoría del caos se le llama “atractor
extraño”. La pregunta por cómo ser verdaderamente “desideológico”, cómo poder
ser el más puro y auténtico habría que ser leída desde la lógica del yo que es
la de la identidad de algo consigo mismo, ¿y por qué no mejor “fractalizar” esa
identidad? Ese es un camino, muy incierto a decir verdad, hacia el caos, pero podemos
señalar una suerte de ruta.
Determinada ideología
sirve como un punto de acolchado, un punto nodal en el que significantes
vacíos, flotantes, se articulan y adquiere una congruencia interna. Si se
acolcha dentro del significante Black metal a determinados significantes-saber
como una lista de bandas “verdaderas”, o tendencias como el anticristianismo,
el paganismo, el satanismo, etc. estos últimos se fijan y adquieren un sentido.
El problema a tocar aquí es que pudiera creerse que esta operación de metáfora
ideológica cierra las brechas en una Identidad y restringe el funcionamiento de
las diferencias, cuando en realidad es todo lo contrario: un campo ideológico
sólo pueda adquirir su congruencia si se compara con otros significantes
opuestos. Es decir, el punto crucial hoy en día del BM no es la clásica
homogeneidad discursiva en la que todos hablan literalmente igual, sino la gran
diversidad de posturas y tendencias, en suma, la heterogeneidad que puede
llegar a disfrazar una misma certeza dentro del ámbito. Señalar que la
heterogeneidad funge como un disfraz se puede justificar desde el hecho de que,
sin importar cuántas tendencias haya en BM hoy en día, el BM sigue siendo una
constante ideológica de la que ni el cínico que se burla de la ideología y de
la rigidez mental de sus coetáneos, ni el enajenado tradicional “true”, ni el
pagano naturalista en su debate contra el “caoísta” supra-naturalista, han
podido notar que el problema radica en que ES un núcleo duro de goce
(inconsciente), imposible de simbolizar (de pasar a palabras), LO que realmente
sostiene todo edificio ideológico.
Zizek nos recuerda el
trabajo que hizo Lacan sobre la anamorfosis, con el cuadro de Los embajadores de Holbein. Un cuadro en
el que si miramos de frente aparece una especie de punto alargado que sólo
adorna lo demás, si lo vemos del lado derecho aparece un cráneo.
La misma operación corresponde al BM concebido como edificio ideológico, mirarlo de lado implica: “reconocer en él la encarnación de una falta, de un abismo de sin sentido que se abre en pleno significado ideológico”.
La misma operación corresponde al BM concebido como edificio ideológico, mirarlo de lado implica: “reconocer en él la encarnación de una falta, de un abismo de sin sentido que se abre en pleno significado ideológico”.
¿Qué se le pregunta al
Otro cuando queremos saber la fórmula, los pasos a seguir, la receta de cocina,
para ser aquello que queremos ser? La pregunta es ¿qué quiere el Otro de mí? Lo
que significa una pregunta por el deseo del Otro, deseo insondable del que uno
sólo puede restituir ciertos fragmentos, pues se trata de un deseo que
sobrepasa los límites de nuestro conocimiento. Aquí tenemos que diferenciar
deseo y demanda: la demanda sería lo explícito, una petición cualquiera como la
ejemplificamos con las cosas que los padres demandan de los hijos: “no digas
groserías, pórtate bien, saca buenas notas en la escuela, etc”. Pero lo
enigmático es lo que se esconde tras la demanda: “¿qué quieres de mí, a qué
apuntas en realidad mediante esas demandas concretas que me haces?”. Este es el
lugar de un vacío, una pregunta a la que el proceso psicoanalítico se dirige
para atravesarla en su sin-respuesta fundamental; es decir, lo que sea que el
Otro desee de mí, podrá ser convertido en mi deseo sin necesidad de
justificarlo en el Otro. Podemos traer un ejemplo. Unos sujetos llegaron a
decirme “nosotros ya no usamos corpse
paint, ya trascendimos, ya no necesitamos usarlo para vernos verdaderos,
etc.”, nuevamente está en juego el ¿qué quiere el Otro de mí? ¿Cuál es la
imagen correcta? Porque a fin de cuentas, en ambos casos hablamos de imagen,
¿no es cierto? Lo importante aquí es detectar, más allá de la identificación
imaginaria (mi imagen con o sin corpse
paint), el nivel fundamental de la identificación simbólica, es decir, la
identificación con la mirada desde la cual me veo, la identificación con aquel
significante único desde el cual determino los demás, aquel punto idealizante,
inalcanzable, que es la marca significante de las palabras del Otro. Es allí donde habríamos de tocar la llaga del
problema: a partir de eso el corpse paint
puede convertirse incluso en una imagen de “desidentificación”. Abbath en la
entrevista mencionada nos dice algo certero sin saberlo: el maquillaje
simboliza una celebración de los demonios internos. No es que realmente haya
demonios internos, ni siquiera al nivel literal de una fuerza oscura interna,
sino que más bien la externalización de eso supuesto interno es lo interno
mismo en su esencia. Pasa lo mismo con el lapsus
linguae en el que lo dicho no es otra cosa que lo dicho. Por eso se puede
decir que el corpse paint propiamente
es la celebración de los demonios externos: de esa exterioridad tan íntima que
llamamos lo inconsciente. Lo inconsciente no es lo profundo, pues no se encuentra
por debajo ni por arriba, es nada menos que el discurso del gran Otro, como
Lacan lo llegó a definir.
Finalmente, la
dimensión que tenemos que señalar es que la ideología es una forma fantasmática
que encubre un núcleo real de goce, un núcleo duro imposible de simbolizar, y
que ese es exactamente el meollo del
asunto: lo real es una pura negatividad ontológica que sin embargo sostiene la
construcción simbólica de la realidad. Lo real es como aquel suceso inexistente
que aparece justo al momento de despertar en una pesadilla, la mortal granada
que explota en los sueños de aquel neurótico de guerra, aquello que no cesa de no escribirse. Analizamos
esta construcción ideológica conocida como Black Metal incorporando esta noción
de lo real en tanto es precisamente la que sostiene el antagonismo que es
inherente a su forma: ese nudo que no cede a lo simbólico es un goce del Otro
que entre más nos acerquemos a él, a saber algo sobre él, nos disolveremos como
entidades positivas, camino al cual ciertamente no apuntamos (pues implicaría
sumergirse un abismo autístico sin palabra), más
bien tratamos de señalarlo.
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El significante-nombre
de una banda, el significante-pseudónimo, etc. juegan un papel importante en
esto que estamos articulando sobre la dimensión ideológica. Tomemos un ejemplo
del libro Vargsmal de Varg Vikernes.
Vamos a hacer abstracción del impúdico intento de manifiesto nacional
socialista que es este libro y pasemos a algo que nos compete. En un apartado
él habla de los nombres. A modo de justificar un pasado que evidentemente es
muy penoso para Varg, nos dice que su pseudónimo, Count Grishnack, es todo lo
contrario a la tendencia de las “sociedades satánicas”, que hoy podemos llamar
también “escena del BM”, pues no apunta a otorgarle un nombre duro, rudo, sino
un nombre hasta cierto punto místico, como un código oculto entre hermanos
arios, que ocuparía un lugar de sinonimia entre lo que él realmente es. Luego
hace una comparación entre Sauron y Odin, por lo que Grishnack es lo que él es,
un hijo de Odín. Sabemos que el universo de la Tierra Media de Tolkien está
sumamente cristianizado, tan sólo véase El
Silmarillion. Es decir, Sauron es un señor oscuro, una especie de Satanás,
y lo que hace Varg es homologarlo a un dios pagano, que para él no es más que
luz. Luego esta lógica se repite cuando explica el nombre de la banda:
El nombre Burzum que yo
uso como el nombre para mi banda musical ("Burtsum se pronuncia con la
usual "R" y es similar a una palabra noruega) es plural para Burz que
quiere decir noche u oscuro. Aquí significando
a "la oscuridad y noche para el
Judeo-Cristianismo, y la genuina luz y día para el mundo germánico".
Es decir, Burzum como
nombre apunta a crear una oscuridad para el enemigo, el objeto de odio, que al
mismo tiempo representa luz para los ásatru-germánicos. Para decirlo
sencillamente: Burzum es luz y oscuridad, dos significantes opuestos
condensados. Burzum es un síntoma en sentido freudiano. Pero lejos de quedarnos
en esa especie de condensación entre luz y tinieblas, en un intento de síntesis
hegeliana, lo que denota es que Burzum como tal es un significante vacío que
adquiere congruencia tanto de la luz como de su opuesto. El significante en su
naturaleza es lo que hace posible este tipo de “dualidades” que sólo enmascaran
una relación más primitiva, la relación con el vacío. No somos idiotas y
sabemos que Varg no siempre pensó a Burzum del mismo modo, de algún modo él al
principio fue nombrado por Otro, en tanto coordenadas simbólicas de una banda
de BM, un pseudónimo adecuado, etc. El giro de Varg fue autonombrarse en tanto
desconocimiento de sí mismo. Varg, como pocos, se dio cuenta de esta parte rota
del Otro, el nombre que no aspira más que a una portación ficticia de un
demonio o qué sé yo, pero obviamente intentó suturarla por medio del apego a la
luz de un sustituto, Odín, con O mayúscula también. Este fue su error, pues
cayó en las garras de una ideología que es lo suficientemente irresponsable con
su goce, que todo se lo adjudica a una figura muy conocida a través de la
historia, sabemos cuál. Mayhem, como significante, por otro lado, sólo llega a
ese punto nominal en cuanto muere, en cuanto se vuelve su propia matanza.
Nuestra posición en el BM tiene que ver con todo esto que les digo, aunque no
sea tan claro. Somos otra generación, y sin embargo, somos la consistencia de eso que alguna vez fue. La
retroactividad es el paso que estamos dando, hay que re leer el origen, no
alienarnos en alcanzarlo, tampoco creernos que el BM ya evolucionó, que ahora
exista el shoegaze, el postblack, etc., no nos interesa en lo
más mínimo, es harina de otro costal, aunque los costales puedan ser traídos
del mismo lugar: nuestro trabajo aquí es el BM, género enfermo, género
extraviado, género del que nos damos a la labor de tomar la palabra.
-Chaoswolf
-Chaoswolf
A qué hora sales por el pan? Mejor dicho, caguamas.
ResponderEliminarA cada rato... y en short ;)
ResponderEliminarDeberías invitar un par, y a ver qué sale después, nene.
ResponderEliminarCuando quieras, preciosa. Tú di ranas y te brinco encima.
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