Tomino

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jueves, 27 de junio de 2013

V: De la ideología




Temas:
Resumen 
Cinismo blacker "posideológico"
Fractalizar la identidad
BM como significante Amo
 Comentario de la entrevista a Abbath
Corpse paint como "desidentificación"
 El nombre Burzum como síntoma


Si somos lo suficiente rigurosos en nuestras aseveraciones tendremos, en su momento, por necesidad, ir dejando atrás algunas afirmaciones, sosteniendo unas, y también transformando otras, por lo que no podemos ver esta enumeración de escritos a través de un efecto “gestáltico” cualquiera, sino más bien, ir viendo la travesía desde diversos momentos de nuestras reuniones, adquiriendo su significación de modo retroactivo y perfilándose en una obra que, claro, se irá presentando de modo cronológico, pero su lectura supone también una inmersión lógica en el asunto; es decir, poder leerla desde el –presunto- final y pensar lo anterior de otro modo. En el encuentro primero hablamos de cosas tajantes; y sin embargo, no me di el tiempo de explicar a detalle desde dónde estaba construyendo aquello que de por sí siempre estuvo construido de otro modo. Quizá haber hablado de un templo de palabras muertas no pasa de ser una mera introducción poética, que –agrego- pudiera ser de muy mal gusto para algunos, pero tiene su razón de ser. El primer escrito se puede resumir como el planteamiento de señalar el lugar de la falta en el Otro, como objetivo y como producto de nuestras reflexiones acerca del “mundo blackmetalero”. Si bien no explico a fondo los conceptos operativos y técnicos que utilizo, como el Otro diferenciado del otro, como lo real, simbólico e imaginario, etc., están siendo comprendidos en todo momento, incluso si no se dan cuenta. Como estas reuniones no son ciertamente escritas con un fin profesional, sino que son ejercicio de escritura, como parte de lo que Chaoswolf aúlla, no nos detenemos tanto en cuestiones de orden formal. Pero también otra cosa es cierta, y es que a pesar de la intención artística, si quieren llamarle así, con la que elaboro estos textos, tienen una estructura y unos objetivos bien planteados y fundamentados. En el encuentro segundo, me enfoqué en algunos de esos símbolos que resumen muchas de las significaciones en el BM que son, claro está, el anticristianismo y el satanismo. Se me objetará que dejé por fuera al paganismo, pero fue con toda intención, para poder dar el segundo paso que fue aterrizar estos planteamientos a nuestro contexto que es México. Apuntar a tocar los “ismos” basales es exactamente una parte fundamental de la llamada subversión del BM. El tercer escrito fue, en primera, organizar un mito para dar cuenta de aquel Real del que les he hablado en el BM, aquello que lo llega a hacer indefinible hasta cierto punto. Utilicé el génesis bíblico por un motivo práctico, pero también por una razón un poco burlona. Luego abordé el NSBM en cuanto a la polémica que genera. Y de algún modo sostuve la opinión opuesta al anti-nazi común, que es la de que el BM no tiene nada que ver esa ideología; tiene que ver y mucho, no obstante, nosotros estamos haciendo un trabajo de reformulación, por lo que no podemos reducirnos a decir que el NSBM sea la esencia del BM. En el cuarto encuentro tomamos un rumbo hacia una parte fundamental, en la que traigo a mesa la noción psicoanalítica de sexualidad. Se trata de responder la pregunta ¿qué lugar tienen las mujeres en el BM? Pregunta aterradora porque esconde la pregunta real: ¿Qué es una mujer? Ninguna respuesta que apelase a factores de igualdad nos contentaba, por el simple hecho de que nadie tendría necesidad de hablar de igualdad si en realidad existiera. Por eso vimos en el problema de las mujeres un punto de regreso a nuestras reflexiones sobre la consistencia ontológica del BM. Se propuso entonces que las mujeres están en Otro lugar con respecto a él, por jugar con una metáfora espacial y hacer más asimilable la cosa, pues a lo que apuntamos con eso es a decir que ese Otro lugar es el lugar de Otro goce, de ese extraño emparentamiento que vemos en Nietzsche de la mujer con la verdad, que en psicoanálisis es la verdad de que no hay saber sobre de lo real, por lo tanto, es paradójico, pues la verdad es que no podemos acceder al goce total que implicaría la Verdad. En otras palabras: nadie sabe qué es una mujer. Debido a esto, ponemos en suspenso la concepción misma de “hombre” y “mujer” en tanto significantes que se sitúan del lado de los saberes. Luego agrego un pequeño apartado introductorio a la metáfora de los lobos y el rebaño para irnos quitando de la visión dualista de las cosas. 


Ahora vamos a valernos del sentido común, al que le gusta hablar de “escena del BM”, para dar un giro y traer el análisis de la ideología que se deja ver incluso en ese significante (escena) tan usado. Escena aparte de poder ser una parte de la obra, se usa para referirse al escenario en el que se va a llevar a cabo la obra, ¿no es cierto? Freud relacionaba al inconsciente como lo que él llamó “la otra escena”, esa que nosotros traemos a la “escena” de siempre para denunciar su verdadero estatuto. La masa (artificial, para ser más específicos), como Freud nos va a decir, se crea por la fuerza de Eros y depende de un objeto (por ejemplo, el líder político) que se ponga en el lugar del Ideal del yo, aquel lugar al que aspira el sujeto para hacerse amable para el Otro. Yo he llegado a hablar del BM como una masa amorfa y estereotipada, como una especie de religión en la que aparentemente cada quien es –tautológicamente- él mismo, por lo tanto, la autenticidad es tan pura que se vuelve dudosa. Chaoswolf en su canción Chaos-wolves from nowhere, formula lo opuesto a esto: si el caos es real, es porque no somos lo que creemos que somos.
Les dije en una ocasión que el BM debería concebirse como un género ideológico, indudablemente, se trata de un modo de ideología, por lo que vamos a articularlo desde la crítica de la ideología que hace Slavoj Zizek utilizando el psicoanálisis planteado por Lacan. Podemos decir que lo que Marx entendía por ideología se resume en la frase: “Ellos no saben lo que hacen, pero lo hacen”. La fantasía ideológica de algún modo radica en creer que no estamos atrapados por la ideología, por el hecho de saber que la ideología es una pantalla engañosa que enmascara la realidad pasamos por alto que la realidad ya está per se estructurada por la ideología. Es decir, podemos pensar ya haber superado la enajenación clásica del blacker o el metalero: el tipo que organiza su vida en torno a una falsa creencia en la divinidad de Judas Priest, en la magnificencia del metal o de su subgénero favorito, y en general, en que por ser metalero ya se encuentra diferenciado sustancialmente de otros que no, que ya adquiere un nivel simbólico concreto, que su identidad ya está fijada dentro de unas muy marcadas coordenadas. Bien, podemos conocer este perfil con nuestra experiencia diaria y aun así decir: yo no soy así, mi identidad no me la da ningún género musical, me la doy “yo mismo”, soy blacker por mi cuenta, etc., etc.”. Sin embargo, este último sujeto colecciona discos, hace música para el género, la vende, hasta se podría dar el caso que en sus letras escribiese sobre cosas en las que en realidad no cree, o si las cree, no tiene ni la menor idea de por qué. En pocas palabras: “él sabe muy bien lo que hace, pero aun así, lo hace”. Así lo maneja Sloterdijk refiriéndose al cinismo. Es decir, la ideología se superpone a pesar de que el sujeto crea ser autónomo.

El cinismo ideológico es una especie de "negación de la negación" hegeliana. Podemos ejemplificar esto con el conocido video de una entrevista a Abbath de Immortal, en la que dice que la ideología tradicional de la quema de iglesias es sólo una pantalla que para lo único que sirve es para enriquecer al gobierno, etc., etc., y su última consecuencia, dice,  -tras una ruidosa carcajada- es "end up in jail" (refiriéndose a Varg Vikernes, naturalmente). Es decir, ¡esa actitud común de distancia cínica con respecto a una ideología no subvierte dicha ideología! Sólo la niega para integrarla en una especie de síntesis: el caso de este video funciona como la frase "¿qué es el robo de un banco comparado con la fundación de un nuevo banco?"; o sea, la reacción cínica diría que el enriquecimiento legal es mejor y aparte está protegido (pero no toca el núcleo del enriquecimiento), también diría que el BM es más sagaz cuando puedes tirar iglesias simbólicas con tus letras, hacer maldad, transmitirla, etc. sin pagar consecuencias legales e incluso vivir de ello, en ambos casos el cinismo denuncia la falsedad tras la apariencia de verdad pero no se renuncia a ella, demostrándonos la importancia de la apariencia en la articulación de la verdad. Ninguno de los dos ejemplos tocan el núcleo ideológico, sólo denuncian su nivel de ficción y se adhieren a ella en su actividad simbólica. El cinismo pues, no es una actitud posideológica, hoy es la actitud ideológica por excelencia.

Entonces me dirán: ¿Cuál es la solución? ¿Cómo trascender esta inmersión ideológica? ¿Cómo ser únicos y autónomos, verdaderos lobos lejos del rebaño ideológico?

Si bien yo no colecciono discos y tengo muy trazado el tema de mis letras y la orientación de mi música (jamás verán a Chaoswolf tocando shoegaze, por ejemplo), estoy existiendo en el BM, aunque para ser más específicos estoy: ex –sistiendo. ¿Estoy afuera o adentro del movimiento? Estas nociones no son necesarias si tenemos a la mano una figura topológica, llamada banda de Moebius. Verán que en ella no hay afuera ni adentro. Las soluciones muchas veces son un intento forzado de dar circularidad a algo que tiene una forma más del tipo fractal, pero verán Uds. que el fractal sigue cierta lógica en su formación, pues se entiende como un conjunto que en la teoría del caos se le llama “atractor extraño”. La pregunta por cómo ser verdaderamente “desideológico”, cómo poder ser el más puro y auténtico habría que ser leída desde la lógica del yo que es la de la identidad de algo consigo mismo, ¿y por qué no mejor “fractalizar” esa identidad? Ese es un camino, muy incierto a decir verdad, hacia el caos, pero podemos señalar una suerte de ruta.

Determinada ideología sirve como un punto de acolchado, un punto nodal en el que significantes vacíos, flotantes, se articulan y adquiere una congruencia interna. Si se acolcha dentro del significante Black metal a determinados significantes-saber como una lista de bandas “verdaderas”, o tendencias como el anticristianismo, el paganismo, el satanismo, etc. estos últimos se fijan y adquieren un sentido. El problema a tocar aquí es que pudiera creerse que esta operación de metáfora ideológica cierra las brechas en una Identidad y restringe el funcionamiento de las diferencias, cuando en realidad es todo lo contrario: un campo ideológico sólo pueda adquirir su congruencia si se compara con otros significantes opuestos. Es decir, el punto crucial hoy en día del BM no es la clásica homogeneidad discursiva en la que todos hablan literalmente igual, sino la gran diversidad de posturas y tendencias, en suma, la heterogeneidad que puede llegar a disfrazar una misma certeza dentro del ámbito. Señalar que la heterogeneidad funge como un disfraz se puede justificar desde el hecho de que, sin importar cuántas tendencias haya en BM hoy en día, el BM sigue siendo una constante ideológica de la que ni el cínico que se burla de la ideología y de la rigidez mental de sus coetáneos, ni el enajenado tradicional “true”, ni el pagano naturalista en su debate contra el “caoísta” supra-naturalista, han podido notar que el problema radica en que ES un núcleo duro de goce (inconsciente), imposible de simbolizar (de pasar a palabras), LO que realmente sostiene todo edificio ideológico.

Zizek nos recuerda el trabajo que hizo Lacan sobre la anamorfosis, con el cuadro de Los embajadores de Holbein. Un cuadro en el que si miramos de frente aparece una especie de punto alargado que sólo adorna lo demás, si lo vemos del lado derecho aparece un cráneo.
La misma operación corresponde al BM concebido como edificio ideológico, mirarlo de lado implica: “reconocer en él la encarnación de una falta, de un abismo de sin sentido que se abre en pleno significado ideológico”.

¿Qué se le pregunta al Otro cuando queremos saber la fórmula, los pasos a seguir, la receta de cocina, para ser aquello que queremos ser? La pregunta es ¿qué quiere el Otro de mí? Lo que significa una pregunta por el deseo del Otro, deseo insondable del que uno sólo puede restituir ciertos fragmentos, pues se trata de un deseo que sobrepasa los límites de nuestro conocimiento. Aquí tenemos que diferenciar deseo y demanda: la demanda sería lo explícito, una petición cualquiera como la ejemplificamos con las cosas que los padres demandan de los hijos: “no digas groserías, pórtate bien, saca buenas notas en la escuela, etc”. Pero lo enigmático es lo que se esconde tras la demanda: “¿qué quieres de mí, a qué apuntas en realidad mediante esas demandas concretas que me haces?”. Este es el lugar de un vacío, una pregunta a la que el proceso psicoanalítico se dirige para atravesarla en su sin-respuesta fundamental; es decir, lo que sea que el Otro desee de mí, podrá ser convertido en mi deseo sin necesidad de justificarlo en el Otro. Podemos traer un ejemplo. Unos sujetos llegaron a decirme “nosotros ya no usamos corpse paint, ya trascendimos, ya no necesitamos usarlo para vernos verdaderos, etc.”, nuevamente está en juego el ¿qué quiere el Otro de mí? ¿Cuál es la imagen correcta? Porque a fin de cuentas, en ambos casos hablamos de imagen, ¿no es cierto? Lo importante aquí es detectar, más allá de la identificación imaginaria (mi imagen con o sin corpse paint), el nivel fundamental de la identificación simbólica, es decir, la identificación con la mirada desde la cual me veo, la identificación con aquel significante único desde el cual determino los demás, aquel punto idealizante, inalcanzable, que es la marca significante de las palabras del Otro. Es allí donde habríamos de tocar la llaga del problema: a partir de eso el corpse paint puede convertirse incluso en una imagen de “desidentificación”. Abbath en la entrevista mencionada nos dice algo certero sin saberlo: el maquillaje simboliza una celebración de los demonios internos. No es que realmente haya demonios internos, ni siquiera al nivel literal de una fuerza oscura interna, sino que más bien la externalización de eso supuesto interno es lo interno mismo en su esencia. Pasa lo mismo con el lapsus linguae en el que lo dicho no es otra cosa que lo dicho. Por eso se puede decir que el corpse paint propiamente es la celebración de los demonios externos: de esa exterioridad tan íntima que llamamos lo inconsciente. Lo inconsciente no es lo profundo, pues no se encuentra por debajo ni por arriba, es nada menos que el discurso del gran Otro, como Lacan lo llegó a definir.

Finalmente, la dimensión que tenemos que señalar es que la ideología es una forma fantasmática que encubre un núcleo real de goce, un núcleo duro imposible de simbolizar, y que ese es exactamente el  meollo del asunto: lo real es una pura negatividad ontológica que sin embargo sostiene la construcción simbólica de la realidad. Lo real es como aquel suceso inexistente que aparece justo al momento de despertar en una pesadilla, la mortal granada que explota en los sueños de aquel neurótico de guerra, aquello que no cesa de no escribirse. Analizamos esta construcción ideológica conocida como Black Metal incorporando esta noción de lo real en tanto es precisamente la que sostiene el antagonismo que es inherente a su forma: ese nudo que no cede a lo simbólico es un goce del Otro que entre más nos acerquemos a él, a saber algo sobre él, nos disolveremos como entidades positivas, camino al cual ciertamente no apuntamos (pues implicaría sumergirse un abismo autístico sin palabra),   más bien tratamos de señalarlo.

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El significante-nombre de una banda, el significante-pseudónimo, etc. juegan un papel importante en esto que estamos articulando sobre la dimensión ideológica. Tomemos un ejemplo del libro Vargsmal de Varg Vikernes. Vamos a hacer abstracción del impúdico intento de manifiesto nacional socialista que es este libro y pasemos a algo que nos compete. En un apartado él habla de los nombres. A modo de justificar un pasado que evidentemente es muy penoso para Varg, nos dice que su pseudónimo, Count Grishnack, es todo lo contrario a la tendencia de las “sociedades satánicas”, que hoy podemos llamar también “escena del BM”, pues no apunta a otorgarle un nombre duro, rudo, sino un nombre hasta cierto punto místico, como un código oculto entre hermanos arios, que ocuparía un lugar de sinonimia entre lo que él realmente es. Luego hace una comparación entre Sauron y Odin, por lo que Grishnack es lo que él es, un hijo de Odín. Sabemos que el universo de la Tierra Media de Tolkien está sumamente cristianizado, tan sólo véase El Silmarillion. Es decir, Sauron es un señor oscuro, una especie de Satanás, y lo que hace Varg es homologarlo a un dios pagano, que para él no es más que luz. Luego esta lógica se repite cuando explica el nombre de la banda:
El nombre Burzum que yo uso como el nombre para mi banda musical ("Burtsum se pronuncia con la usual "R" y es similar a una palabra noruega) es plural para Burz que quiere decir noche u oscuro.  Aquí significando a "la  oscuridad y noche para el Judeo-Cristianismo, y la genuina luz y día para el mundo germánico".



Es decir, Burzum como nombre apunta a crear una oscuridad para el enemigo, el objeto de odio, que al mismo tiempo representa luz para los ásatru-germánicos. Para decirlo sencillamente: Burzum es luz y oscuridad, dos significantes opuestos condensados. Burzum es un síntoma en sentido freudiano. Pero lejos de quedarnos en esa especie de condensación entre luz y tinieblas, en un intento de síntesis hegeliana, lo que denota es que Burzum como tal es un significante vacío que adquiere congruencia tanto de la luz como de su opuesto. El significante en su naturaleza es lo que hace posible este tipo de “dualidades” que sólo enmascaran una relación más primitiva, la relación con el vacío. No somos idiotas y sabemos que Varg no siempre pensó a Burzum del mismo modo, de algún modo él al principio fue nombrado por Otro, en tanto coordenadas simbólicas de una banda de BM, un pseudónimo adecuado, etc. El giro de Varg fue autonombrarse en tanto desconocimiento de sí mismo. Varg, como pocos, se dio cuenta de esta parte rota del Otro, el nombre que no aspira más que a una portación ficticia de un demonio o qué sé yo, pero obviamente intentó suturarla por medio del apego a la luz de un sustituto, Odín, con O mayúscula también. Este fue su error, pues cayó en las garras de una ideología que es lo suficientemente irresponsable con su goce, que todo se lo adjudica a una figura muy conocida a través de la historia, sabemos cuál. Mayhem, como significante, por otro lado, sólo llega a ese punto nominal en cuanto muere, en cuanto se vuelve su propia matanza. Nuestra posición en el BM tiene que ver con todo esto que les digo, aunque no sea tan claro. Somos otra generación, y sin embargo, somos la consistencia de eso que alguna vez fue. La retroactividad es el paso que estamos dando, hay que re leer el origen, no alienarnos en alcanzarlo, tampoco creernos que el BM ya evolucionó, que ahora exista el shoegaze, el postblack, etc., no nos interesa en lo más mínimo, es harina de otro costal, aunque los costales puedan ser traídos del mismo lugar: nuestro trabajo aquí es el BM, género enfermo, género extraviado, género del que nos damos a la labor de tomar la palabra.

-Chaoswolf

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