Tomino

Tomino

jueves, 29 de agosto de 2013

VII. Acerca de Les Légions Noires (nota sobre la muerte y el anti-humanismo)



Casi a la par de los acontecimientos relacionados con el Inner Circle en Noruega, se hace escuchar con estruendo la voz francesa, a través de un BM con un singular sonido, en total desacuerdo con lineamientos estéticos, con pésimas grabaciones que iban acordes al mensaje codificado de estas bandas. Aparecidas aproximadamente a principios de los años 90’s, bandas como Mutiilation, Belketre, Vlad Tepes, Black Murder, etc. creaban una música en completa unión con la oscuridad, la muerte, y en especial, con una cierta cuota angustia; todo esto en gran parte debido a la indigestión que provoca una música que no está dirigida a ningún interlocutor si no es a través de lo feo y lo siniestro. Este conjunto de proyectos se autodenominaba Les Légions Noires (LLN). Y planeo con esta breve descripción hacer la justa diferenciación de este BM con  lo que serían géneros relacionados con lo grotesco y repugnante, como el grind, gore, etc. La fealdad de LLN es una fealdad que se sostiene en una clase de espirtualización invertida. Si en el gore se hace alusión a la muerte como el efecto de la degeneración biológica o del elemento externo acorralando al organismo a su final, en LLN lo que muere no es exactamente un cuerpo: lo que muere es un humano y el mundo asociado a él. La entidad encargada de esto, de todo lo opuesto a la Creación, es Satanás, por supuesto. A tal punto de que en una entrevista a Moevot el sujeto dice, sin más: “Moevot is no creation but destruction”. La identificación de ese Satanás como un absoluto, sea en tanto destrucción, en tanto Noche, en tanto –como ellos llaman- el Holocausto Negro, es la característica de que de casi 10 entrevistas incluidas en la revista de las legiones, The Black Plague, ninguna se distinga considerablemente de otra. ¿Sería demasiado inmoral de mi parte concebir esto como una forma de ventriloquia? Pero algo que les he venido diciendo es que la dimensión del Otro siempre está presente, por lo que, a mayor o menor grado, siempre somos hablados. Freud decía que en las psicosis el inconsciente, que el neurótico tanto oculta, salía a flor de piel, y ese inconsciente no es otra cosa que ese Otro discurso que nos habla. Pero no vayamos hasta los psiquiátricos, les muestro un ejemplo más sencillo, ¿conocen el metro de la ciudad de México? (¿Quién podría extrañar el cine de Jodorowski por allí?), ¿han notado el tonito con el que los vendedores suelen ofrecer sus productos? A mayor escala pareciera que hay una especie de máquina que los conecta a todos para reproducir esas palabras con el tono correspondiente, es curiosísimo, son detalles que pasan desapercibidos; pero más o menos de eso se trata, de que habitamos el lenguaje, de que Eso habla.

Pero sería harto severo decir que las legiones negras hayan sido una mera reproducción del BM noruego, más bien diría que había una cierta insistencia en la diferencia, que a nivel lingüístico se expresa con soberanía: el gloatre, lengua inventada por Vordb de Belketre, nos demuestra que había un nombre propio construyéndose. Del mismo modo en que País Vasco a través de su lengua, el euskera, abogaron por su separación con respecto a España.

Sin embargo, si hemos cedido en intercambiar ideas con gente inmiscuida en el BM sabremos que tanto el sonido como las ideas que distinguían a las LLN, en su nombre propio, han sido adoptadas, y haciendo inferencia de la actitud de las legiones, en esa adopción sólo habría pura y completa falsedad. Sus criterios tendrán, pero lo que nosotros decimos es que en cualquier adopción ya hay una pérdida, así como Nargaroth hace tributo del BM, así hay bandas que hacen tributo a las LLN. Y ya antes de que Nargaroth formulara la muerte del BM en su respectivo monumento (Black metal ist krieg), Wlad de Vlad Tepes dijo: Black metal is dead now. But we, are we really “alive”? Esto en 1995, pero es posible que incluso antes se hayan formulado afirmaciones de esta clase. Y es muy importante tenerlas en cuenta, porque esa es la principal muerte que vuela sobre nosotros. Efectivamente, los miembros de las LLN son muertos vivientes, quizá como zombis, cuyo mensaje es muerte, muerte y más muerte. Por eso suelo decir, un poco irónico, que Las Legiones Noires son más black que el black. ¿Qué son los zombies? Son, digamos, pura pulsión. Pulsión de muerte que va más allá de la muerte, en tanto biológicamente un individuo al nivel de la especie esté, por decirlo así, ya muerto. “Un individuo no es nada comparado con la sustancia inmortal oculta en su seno, que es sustancialmente, lo que existe como vida”, nos dice Lacan, siguiendo a Freud, que a su vez seguía a Weissman. ¿Se dan cuenta qué se está diciendo aquí? Que la dualidad vida y muerte, cuya facilidad para el intelecto concluye en esta reiterada ideología de “muerte” de LLN, no existe, y de lo que se trata es de una sustancia inmortal que mata todo el tiempo. El zombie es la representación de Eso pulsional que nos habita y nos excede. Reducido a la pura oralidad, el zombie es la regresión al estado místico de plenitud incestuosa.

“Acerca de las LLN”, o ¿por qué no decirle a-cerca? Es decir, sin cerca, que rompe con las barreras, algo que acerca a eso que nos aleja de la comprensión... ¿Y no es acaso la comprensión un intento de cerrar el círculo? Los absolutismos de los conceptos de LLN son un claro y desesperado intento para dar respuesta al enigma de la existencia.

Y en definitiva las legiones negras se acercan a eso pero no lo logran asimilar, concluyen en que todo tiene que tender lo más pronto posible al “Caos” supraterreno, cuando eso supraterreno es lo terreno mismo, es la naturaleza no simbolizada (ojo: nada que ver con la naturaleza de la que hablan las bandas BM “naturalistas”), caótica, inefable, inasimilable para lo simbólico que constituye el mundo humano. Estos sujetos se refieren en todo momento a la destrucción de lo “humano” al mismo tiempo que al “mundo”, y tienen razón, lo simbólico es el mundo humano, pero hay algo en él que está por fuera, pero que a la vez moviliza: es lo real. Wlad cuenta que de joven tenía una pesadilla en la que aparecía una silueta negra que lo tomaba, lo atrapaba, a posteriori él interpreta, le da sentido a eso sin sentido, y entonces siente un extremo goce al ensoñar a esa cosa negra que se le presenta. Dice que tanto sus hermanos de la legión, como él, le conocen. Pero antes de que él le hubiera permitido el acceso al sentido a esa indefinible presencia, ¿qué era? ¿De dónde provenía? ¿Y si fue angustia su primera reacción ante eso que soñó? Lo negro y la oscuridad son significantes que apenas pueden dar cuenta de la hiancia, pues ella es tan excesiva a la vez, que no da oportunidad para pintarla de ningún color. Lo que se presenta en las pesadillas es tan abrupto que obliga a despertar, a abrazar la realidad, y si alguna pesadilla ocasionó esto en algún miembro de la LLN, creo que deberían considerar el re-bautizo.

Pero lo real es sólo un nombre para nombrar lo innombrable, eso diferencia mis proposiciones: yo no tengo un culto a lo real, ni al objeto a, ni a Lacan ni a Freud. Para empezar ellos eran humanos, y se equivocaban muchas veces, a pesar de ser tan sagaces. Desarrollo las propuestas de unos cuantos humanos, desde diversos campos del pensamiento, por lo que cabría redefinir a lo humano. Para LLN humano es todo aquello que ellos no son. Ellos son, a pesar de tener un cuerpo humano, otra cosa que no es humana. Hacen alusión a la pulsión que les habita, pero, si eres anti-humano, ¿todas tus condiciones humanas, como el error, los sentimientos, la conciencia de muerte, etc., serían delegadas al otro que –estúpidamente- es humano? Y cuando suceden en uno mismo, ¿es porque se pecó de humano? Si vieran que el término humanismo surge precisamente cuando el humano logra desplazar a Dios del centro para colocarse a sí mismo, ¿no sería el anti humanismo un intento de quitar nuevamente al humano, devaluarlo como especie, y colocar en el centro ahora a otro Dios, Satán, portador de la promesa de la destrucción perpetua? En la entrevista a Belketre, el sujeto responde y dice que la diferencia de Satán y Dios es que el primero sí cumple sus promesas, nótenlo, estamos ante la dialéctica de un padre bueno y un padre malo, dentro de un mismo fantasma. ¿Y qué ofrece el padre bueno? El goce absoluto: la muerte, total destrucción, en pocas palabras el cese de una realidad que en sí misma es displacentera. Lo es. Pero ¿no es demasiado humana esta reacción ante el displacer de la realidad? ¿No es demasiada humana la conciencia de muerte (de que todos y todo puede morir) que invita al culto que profesan estas legiones? No es mi intención señalar que hay una contradicción en ello, pues eso no debería ser motivo para dar pasos atrás, sino más bien apuntar a un lugar en el que no hay contradicción, pues tanto la contradicción, como el humanismo, se basan en el Yo. Aquel punto de no contradicción es lo que define a lo humano más allá de su narcisismo, la estructura en la cual él se hace humano, pues ser humano no es una maldición que ya viene de paquete, el humano no nace, se hace, por lo que no es extraño que exista también el antihumano. Se trata del inconsciente, si lo vemos de modo tópico, el lugar que descentra al humano, pero que no coloca a ningún Dios como sustituto, sino que advierte de que hay que pensar a lo humano de otra forma. La forma en la que lo piensan las LLN es, a mi gusto, limitada, y no se acerca ni siquiera a una misantropía real. Si la humanidad es un error, muchas cosas se pueden hacer de eso. Esa es una misantropía justa con el propio deseo, tanto mortífero como erótico. Y bien, esta es mi opinión, espero no despertar diversos sentimientos con mi humanidad a corazones que los trascendieron.

-Chaoswolf 


viernes, 16 de agosto de 2013

VIII: De los senderos (parte I)

Temas: 
-No hay origen
-¿Qué quiere el Otro de mí? 
-Con(tra) el Otro (revisión de la entrevista a Shining) 
-Ni lo uno ni lo otro, la pérdida




Hemos estando en camino a reformular al BM desde una perspectiva, que no es una cosmovisión, un universal aplicable a todos, sino que pretendemos que los lectores puedan generar nuevas preguntas y tomar de nuestro trabajo elementos que puedan subvertirlos a sí mismos. Aquí no estamos en contra de las diversas posturas, no se trata de un dogma de fe, sólo apuntamos a proponer otro modo de comprender la subjetividad mediante este objeto que es el BM, el cual nos proporciona muchos temas a tratar y que abarca planos que van más allá de una simple tribu urbana. El BM es un género único, especial, que en su singularidad representa una universalidad, por lo que les he propuesto no verlo como un derivado más del metal. Uno de los rasgos fundamentales, elaborado por mí, que le haría ser distinto a todos lo demás, es que para el BM no se es, o podríamos decirlo jugando con la lengua inglesa: nonsense. No se es porque entre el BM y el sujeto que es parte de él no hay relación de correspondencia, más bien hay una barra Intermedia, de la cual nosotros nos encargamos de lidiar, y que le llamamos propiamente: el inconsciente. No es que en otros géneros no exista esa barra, simplemente que, por ejemplo, en el metal no existe ninguna incertidumbre ontológica con el ser del metalero: el metalero es quien ama el metal, quien no lo posa, quien lo lleva en el corazón, etc. Se podría decir que esto también definiría al blacker, pero si lo dejamos así, sería sólo blackmetalero; o sea, un metalero. Pero de lo que se trata aquí es de re-definición. Quizá esto les vaya dando una orientación de por qué he dicho que no existe el blacker. 




Podría concebirse al BM como un culto de pensamientos diversos e incluso antagónicos, parafraseando las palabras, por ejemplo, de un Kanwulf (Nargaroth), y discrepando notablemente de su idea de que por "llamar" a ese culto, ya estamos hermanados de un modo cuasi espiritual. "Puede ser que no siempre compartamos la misma visión de Black metal, siempre llamamos al mismo culto. Esto nos hace hermanos innegables, en sangre y odio!", dice Ash de Nargaroth. Aunque es de resaltar la actitud de Nargaroth hacia latinoamérica, que es de total respeto y admiración, cosa que debería darle vergüenza a muchos latinoamericanos malinchistas. El mérito de Nargaroth, cosa que ya he mencionado, fue el de hablar de la muerte del BM; aunque al parecer cuando lo escuchamos -en su entrevista actual- demostrara pensar todo lo contrario, en temas como Possessed by Black Fucking Metal y The Day as Burzum Killed Mayhem lo dice tal cual. Nosotros precisamente seguimos esa línea de vitalidad que nos puede otorgar la muerte del BM; pero no nos quedamos ahí, y seguimos sobre ese camino peligroso para ir más allá de la muerte, a sus posibilidades, encarnadas en lo real de la letra con la que escribimos. 



Uno de los problemas del BM es que se le quiere ver como algo "real", serio, objetivo; cuando se toma esa postura implícitamente se toma cierta distancia en la creencia (nadie puede creer en algo que no tenga siempre cierta distancia con lo real en sí). Por ejemplo, cualquier creyente en Dios se psicotiza si probase que su supuesta existencia se vuelve objetiva, tangible, real. En cambio ver las cosas desde el lado de la ficción siempre incluye un acercamiento a la verdad (por ejemplo, cuando una obra teatral o una película pasa a ser tan real que conmueve, despierta sentimientos; o en el caso de los sueños, que son concebidos como algo irreal, sin embargo, contienen un núcleo real que puede hacerte despertar sudando frío), el BM también tendría que ser entendido como una ficción que apunta a un real inaccesible, no a algo concreto en sí mismo.




Por supuesto que esta concepción será rechazada desde el punto de quienes creen que "objetivamente" llevan el BM a cabo en su práctica cuando hay otros que sólo andan por ahí posando. Que haya gente que esté posando, y lo que es peor, poder detectarla objetivamente, es cosa más de una fantasía detectivesca muy al estilo de la psicología, misma que el psicoanálisis combate. ¿Cómo es llevar el BM a la práctica? ¿Quemar iglesias, matar cristianos? Hay quienes han hecho cosas así, sin tener relación alguna con el BM; aunque hacerlo bajo el estandarte del BM le daría otro toque, en ese sentido, sí, pudiera ser que esa sea una forma de llevarlo a la práctica; no obstante, lo que nos interesa es ¿cuál es el fundamento de este pensamiento? ¿Por qué tanto énfasis en que la verdadera práctica está en hacer cosas ilegales, sacrílegas y demás? ¿Acaso no el simple hecho de hacer música y escribir letras es práctica? ¿Acaso no la teoría es también práctica? Pues bien, podemos notar claramente que es gracias al origen; es decir, debido a que el BM en sus inicios se presentó como algo radical. 




En el origen hubo muchas cosas. No podemos saber si el suicidio de Dead fue a causa de un padecimiento neurótico (manía-melancolía, por ejemplo), o el padecimiento fue consecuencia de su inmersión en su imagen blackmetalera. Sería ocioso investigar eso, por lo que tenemos que prescindir del tiempo en el sentido cronológico. Lo importante entonces es que el acto - el efecto- precede a la causa. En el caso del asesinato de Euronymous, Varg dijo que fue en defensa propia. Pero la verdad es que su acto no fue por una causa localizable (pudo haber sido fuertemente influenciado por su experiencia con Euronymous), pero el efecto convirtió a Varg en un ícono del BM, a pesar de que aparentemente a él eso no le agrada en lo más mínimo. Tampoco sabemos los motivos la homofobia de muchos de los que han asesinado homosexuales. Sobre la quema de iglesias sí podríamos pensar que el motivo fue propiamente el descontento con la destrucción de templos paganos, etc., pero aun así no podemos ver en eso la causa originaria del BM si no es a través de un deseo del Otro al que precisamente se dirigían esos actos. 




Vamos a decirlo así: no hay origen del BM. Suena radical, ¿no?  Vamos a articularlo saliendo un poco del BM: hay un vacío en el centro de la "creación" (el universo) misma, la paradoja típica de Dios lo demuestra (¿Puede Dios crear una roca que le aplaste?). Kant nos ayuda mucho en este punto. La ciencia pretendería tenernos tranquilos con teorías como la del big bang, pero ¿qué había antes de eso? ¿De dónde, entonces, surgió? ¿Quieren saber qué hay verdaderamente en el origen? La respuesta más justa sería decir: no lo sé. Pero, tranquilos, la ignorancia produce mucho. ¿Adónde quiero llegar con todo esto? A que no hay que asimilar que la forma de llevar al BM a la práctica está ya trazada por el origen. Ningún acto es idéntico. Los sinónimos son palabras diferentes que significan lo mismo: ¡en el BM hay exceso de sinónimos! Yo propongo lo opuesto: palabras que pueden llegar a ser iguales pero nunca signifiquen lo mismo. Si el origen está perdido y el efecto crea –retroactivamente- a la causa, la idea es que cada acto tenga su propia dosis de subjetividad. Pero para esto no hay algo fijo: así como un asesinato puede causar desde impacto hasta bostezos en nuestra época, también una canción de black puede estremecer hasta la locura, o simplemente hacer a alguien mover con un poco de tedio el cuello. La palabra es acto, hay que saber con qué tinta se escriben, para poder así escribirnos a nosotros mismos. Si buscamos adecuar el origen (perdido por definición) con el presente, una especie de regreso a las raíces puras del BM, lo que está en juego es más una pregunta fantasmática al Otro que le da el soporte simbólico al BM: ”¿qué quieres de mí? ¿Qué hago para estar certificado por ti?”, empero, lo que tenemos que ver es que el pasado real (digamos en términos freudianos: el trauma) sólo es accesible vía una elaboración imaginario/simbólica que se conoce como fantasma. La labor entonces es viajar a través de ese fantasma y ver en él la marca de lo imposible, de la imposible adecuación del sujeto-efecto al objeto-causa; es decir, la misma marca que permite que el sujeto como efecto de una red entramada de significantes produzca su propio objeto-causa, que a la vez, es su verdad. 




Pero pasemos a un ejemplo más cotidiano y que podríamos anclar con nuestros desarrollos del encuentro pasado sobre el DSBM. Estoy hablando de Niklas Kvarfoth, de la banda sueca Shining, banda cuya popularidad se ha visto en aumento debido a sus epectáculos de goce desmedido y a un estilo musical que combina elementos ciertamente innovadores. Tienen un estilo único, eso es bueno.




Shining es en gran medida la banda que acuña el término Suicidal Black Metal (que no es lo mismo que depresivo, aunque luego la gente los haya juntado), cuya inclinación es promover, vía la subcultura del BM (como Kvarforth lo define), la destrucción, a grandes rasgos. Habíamos dicho junto a Cesare Pavese que el suicida es un homicida tímido, pues bueno, Kvarforth no es un suicida por el simple hecho de que no está muerto, pero con esa definición -nada tímida- de su objetivo con Shining, llega a la misma conclusión que nosotros acerca del suicidio. El suicida mata, mata en el espejo, y también rompe el lazo de tajón con el Otro, y en esta afirmación subjetiva (no siempre el suicidio tiene ese carácter) lo que puede lograr, a fin de cuentas, es introducirse más en el Otro. Volverse signo eterno, se puede decir. El mismo Kvarforth dice querer aspirar a esto, y definitivamente es un camino. Lo de las drogas va por el mismo rumbo, las drogas son un claro ejemplo del goce en sentido lacaniano: un placer más allá del placer, placer en el dolor.  Placer es rascarse una picadura de mosquito, goce es rascar hasta sangrar. La drogadicción, el suicidio, etc. son modos de romper vínculo con la dialéctica en la que nos vemos atrapados en el Otro. Por eso se dice que la pareja perfecta del alcohólico es la botella, pues claro, ¡ella no habla! Hablar es la maldición del ser humano, o mejor dicho, la mal-dicción. 




Leyendo la entrevista de Shining me pareció curioso cuando menciona cosas como que se ha visto inmiscuido en su propia prostitución, de las cuales no existe ni un dejo de vergüenza. Bien sabemos que generalmente las bandas tratan de verse bien, de no ser vulnerables a la ridiculización, etc. Pero en Shining no sucede esto. Ahora: el nivel de la verguenza lo situamos en la mirada del Otro. Y volvemos al punto anterior, pareciera que esa mirada queda obturada, que no está, que en la referencia a la autodestrucción radical el sujeto queda indemnizado de cualquier importancia sobre ella. Sin embargo, el simple hecho de pretender que su mensaje sea escuchado y seguido, implica ya la referencia al Otro, y mejor dicho: la referencia contra el Otro. Por lo que podemos escribirlo así: con(tra) el Otro. Esto también es muy claro en lo que ya les señalaba anteriormente, la dimensión inconsciente de las heridas auto-infligidas. El tatuaje como escarificación también entra en esto. En ellas siempre está en juego el lugar del sujeto con respecto al Otro. No nos es extraño entonces que las cortadas se hayan vuelto tan populares. Aunque como ya dijimos, una incisión es una cosa: tiene que ver con la marca del sujeto. Una cortada profunda que lleve a la muerte, es también la marca del sujeto, pero el sujeto ya no está sino como signo; digamos, el epitafio, el recuerdo en alguien, y si no se tienen seres queridos, pues en los medios de comunicación le hacen el favor. Es la paradoja de todo esto: el lenguaje se funda en una muerte primordial; es decir, todos ya hemos muerto una vez, en la medida en que el goce no es absoluto, por la misma razón nos habita una pulsión, llamada de muerte, que de algún modo es inmortal en el sujeto. El Otro es el sitio del lenguaje en el que nos constituimos como animales enfermos de muerte, diría Hegel, y es a través de ello con lo que hablaremos del ser en el BM. 




Shining nos dice que él está enfermo, que padece esquizofrenia, paranoia y no sé qué tantas cosas más, de un modo muy parecido a cuando alguien se entera de que eres psicólogo y se muere de ganas de que "le indagues el cerebro", que le apliques tests, etc. Ya ustedes pueden seguir el camino solos: sí, se trata de un Otro al que se le supone saber (la psiquiatría precisamente es una colección perfectamente estructurada de enfermedades (saberes) listas para quien las quiera o no quiera). Hay un goce en el hecho de ser reconocido por el Otro como "perverso", como buen jugador de futbol, o como bella persona, como también hay goce en decir que me autodestruyo porque soy pura tristeza, o porque estoy loco, insano, mil razones. Precisamente la definición de un sujeto para el psicoanálisis es la de ser representado por un significante (el psiquiatra o el título de licenciatura) para otro significante (maniaco-depresivo o chef). El sujeto queda en medio, es, por decirlo de modo contundente, como les tengo acostumbrados: un puro vacío. Lo que fluye en ese vacío, de modo metonímico, sin un punto fijo en la cadena de significantes, es el deseo. Es al que les remito: el deseo traza los senderos. Aquí estamos utilizando el ejemplo de la entrevista con Shining para articular nuestra enseñanza. A lo que apuntamos aquí es a que alguien pueda producir sus caminos. Conociendo esto de lo que hablamos, se puede incluso ser más justo con nuestras propias inclinaciones, dándoles su lugar más allá de la redundancia constante. Si se quieren suicidar, o si quieren vivir, lo que sea, no somos moralistas. 




Voy a tomar un ejemplo de Lacan con respecto a la cuestión de la alienación, para mostrarles de qué se trata el BM barrado. "¡La bolsa o la vida!", pues no, vamos a hablar de "¡el BM o la vida", si eliges al BM, pierdes ambas, como hizo Dead. Si eliges la vida... Bueno, algo se pierde, no diré exactamente que el BM, porque yo no quiero causar suicidios. Algo se pierde, esa pérdida es la que le hace barra al B/M. Ahora, ¡la libertad o muerte! En este ejemplo cambia la lógica, se eligen ambas cosas: elegir libertad es elegir la libertad de morir, ese siempre es el destino, y elegir la muerte es una muestra valiosa de libertad. Por lo tanto, se eligen ambas cosas, pero no es ni lo uno ni lo otro. Esa es la importante función de esa "o", que no es cualquier "o", la de ser "ni lo uno ni lo otro". Ahora, si seguimos la noción de que el BM nace donde muere, elegir entre el BM o la muerte, nos lleva a algo similar que con el caso de la libertad. Sólo se elige al BM muerto. Elegir al BM, es fundirlo en la muerte, elegir la muerte es fundar al BM en ella. 
Como ven, la "o" es determinante, es la pérdida misma, porque aun si elijo ambas cosas, en la "o" algo ya no se repite, porque queda irremediablemente extraviado. Esto lo pueden ver en un diagrama de Venn, con la operación de A reunión B. 






Supongamos que dados los conjuntos A y B, A contiene a los elementos 1, 2 y 3, y B a los elementos 3, 4 y 5, los elementos que son únicamente de A se escriben en el círculo verde (1 y 2) y los elementos que son sólo de B en el rojo (4 y 5), el 3 sería un elemento común a ambos conjuntos, por lo que iría escrito sólo una vez en la parte de en medio común a ambos círculos. A reunión B quedaría: 1, 2, 3, 4 y 5 y NO 1, 2, 3, 3, 4 y 5. La segunda sería suma y no reunión. Entonces tenemos claro que en la reunión hay una pérdida. Hacia esto Lacan nos quería llevar con la "o" tomada de la lógica, llamada vel "o", que para el autor sería alienante no en el sentido usual imaginario de perder el "propio yo" en el otro, sino que sería parte de una función simbólica de constitución del sujeto. Se distingue de la "o" del "o esto o lo otro" y de la "o" que incluye ambas cosas (se solicita quien hable francés o alemán"), es una "o" que dice "ni esto ni lo otro". 
La alienación es paradójica porque implica que el sujeto al ser representado por un significante para otro significante, cuando un significante hace aparecer al sujeto como sentido (significado) necesariamente del otro lado aparece como desvanecido. En otras palabras el sentido no puede abarcarlo todo, necesita de esa porción de sin sentido que estrictamente se relaciona con el ser del sujeto y que constituye el inconsciente. Luego Lacan hablará de un segundo tiempo que será la separación, pero ya llegaremos a esto. Por ahora quisiera que retengan lo visto hasta ahora y pasemos a una metáfora para terminar el día de hoy.


Es un hombre en coma. La ciencia puede tener máquinas para mantener -muchas veces en un intento forzado-  a un cuerpo vivo en lo real de lo biológico, pero la muerte está dada ya en lo simbólico, el sujeto está desvanecido, no hay palabra: claro que el suicida optaría por apagar la máquina, ¿no pasa esto con el BM? ¿No todo se ha reducido a la relación con la máquina de respiración artificial? Sea para apagarla, o para mantener vivo lo que ya no está ahí, ¿dónde queda el plano de la otra muerte? A ese nos dirigimos, ese nos compete, es de ahí de donde vamos a hacer surgir algo, de esa muerte puede surgir un sujeto, pero ya sin usar la metáfora del hombre en coma, porque tampoco esperamos milagros. Continuaremos este recorrido, vamos a hablar más acerca del sujeto y del Otro, para posteriormente pasar a un tema que sólo de pasada he tocado, que es el del RHP y LHP. Creo que Uds. ya vislumbran que yo soy un ateo, gracias a Dios, o si quieren, a Satán, aunque definitivamente no tengo nada qué hacer en la iglesia de Lavey, hay demasiado cinismo ahí, en todos los sentidos. Hasta luego, caballeros.

-Chaoswolf

jueves, 1 de agosto de 2013

VI: Del Black Metal fragmentado


Temas: 
-¿Verdadero o falso? 
-La angustia, el afecto primordial
-La religiosidad del sujeto
-El DSBM y la homogeneización de la psiquiatría
-Acerca de Dead y Jon de Dissection 
-Lo inconsciente del acto 
-Duelo irreparable



Hay algo en la música en el orden de lo sublime, pero en lo sublime siempre hay algo en el orden de lo ominoso; y nuestro alcance siempre está condicionado por un hueco en el horizonte… No podemos sino decir que algo nos contagia en la música, pero no sabemos del todo qué, no sabemos qué clase de infección psíquica sea, y ponerle razones al asunto nos va llevando a fantasear de más. Que el Black metal sea un género sublime; sin duda, en especial cuando no se trata de pasar lo ominoso al plano tan poco conocido de la realidad, porque bien nos damos cuenta que el sustento de nuestra reacción a sus determinadas imágenes, invocaciones, sonidos y demás, está necesariamente depositada en la conciencia de que se trata de una ficción, al mismo tiempo que –y gracias a ella- podemos decir “pero aun así, hay algo de verdad en esto”. Que alguien sea verdadero en el BM (lo que implica que forzosamente el género esté en posibilidad de serlo pero también de no serlo) es una empresa tan vulgar que pasa a sernos de relevancia sólo a condición de ver en ello algo que insiste pero que pasa desapercibido, lo mismo que cuando se trata a la falsedad bajo ciertos parámetros (personales o colectivos, qué más da) no podemos sino ver en ella algo que irrumpe como exceso a una tan deseada estabilidad simbólica (pero que casualmente necesita ver al chivo expiatorio para consolidarse y afirmarse como sí misma: “esta es la comunidad de BM real, porque hay quienes no pertenecen a ella”), y no pensamos que no lo pueda llegar a ser, como tampoco dudamos que alguien sea verdadero sólo por el simple hecho de ser “él”, porque todo lo que hace lo hace por motivos personales y únicos..., simplemente les recordamos algo, hay verdades muy idiotas (en el sentido arcaico del término que por algo dio bautizo a su uso actual), y no necesariamente dejan de ser verdades. Nosotros no apuntamos a coleccionar esas verdades y pegarlas en un mural, sino a las condiciones de posibilidad de las mismas, y en específico a ese exceso que hace irrupción en cualquier clase de división simple entre verdadero y falso. 


 Pero acordemos en esto, el Black metal es un género complicado, porque nos remite a muchísimos campos en los que se da forma y a temas inscritos en ellos en los que la subjetividad se asoma, aunque quizá un poco tímida… Entre ellos, por ejemplo, el sectarismo, las tendencias, las comunidades. Y ciertamente sería absurdo que se nos dijese que esto se trata de mirar con una óptica psicologista, desde lo psicosocial, pero muchachos, por favor, Uds. han visto que de lo que menos se ha hablado aquí es de categorías sobre esa subjetividad que se nos presenta, ni tampoco sobre un intento de psicoanalizar las conductas, las actitudes, o qué sé yo, para sacar una suerte de “diagnóstico social”; más bien se trata, y si me han leído detenidamente lo sabrán, de situar el lugar de la condición de sujetos en cada paso en el que vamos dando durante estos encuentros. Por ejemplo, una identificación no es una simple imitación o un “mamadorismo”, si me disculpan el neologismo; se trata de un mecanismo en el que se nos revela algo relacionado con la lógica del inconsciente y del deseo que se articula por su vía… Si se concebían algunas dudas sobre qué significa el Black metal barrado (B / M) es exactamente señalar ahí donde aparentemente sólo hay fenómenos psicosociales, fenómenos culturales, valga Dios la forma en que se les diga, algo más allá operando en ello y que tiene que ver con el deseo y su causa, que nos causa a nosotros mismos como sujetos...

No obstante, si queremos encaminarnos a estas nociones tenemos que dejar atrás también el discurso ciertamente metafísico, en el que el Black metal tendría una relación una Verdad más profunda del ser, en la que habría una distinción esencial entre el BM y otro tipo de tribus urbanas… En mi introducción “Black metal: un templo de palabras muertas” al que puedo remitirles no sin exigir una relectura constante, de un modo juguetón digo que “el BM es lo que es”, obviamente parodiando la respuesta bíblica de Jehova; sin embargo, nosotros sólo le damos vueltas al vacío… ¿Esencia del Black metal? ¿Encontrarla en una ideología, en los instintos (que hablar de ellos es ideológicamente condescendiente) o, quizá, en afectos? Pero, ¿qué es tener una esencia? En sentido aristotélico, en una explicación apresurada, se trata de una sustancia segunda que está presente como predicado de un determinado sujeto; por ejemplo, “el hombre es un animal racional” implica al hombre como sujeto y sustancia primera que puede ser variable, tener accidentes, pero que algo permanece inmutable en relación a su especie (humano) y a su género (animal). Por eso esos predicados, como sustancia segunda, son su esencia. La esencia deberá estar constituida, entonces, de una sustancia primera y segunda. De aquí que a veces se diga “la esencia del BM es el odio”, con todo el peso de la metafísica clásica que cargamos. Pero entonces el Unblack o white metal, ¿está desprovisto de ese odio? No es tan fácil, y si seguimos de cerca a Nietzsche veremos que el hecho de que exista esa conexión entre el BM y el cristianismo no es casual. Para Heidegger, la esencia del ser-ahí es, sin más, la existencia. No es la esencia aristotélica, pues en ella se olvida al ser en nombre del ente. La esencia estaría relacionada para él con la verdad en tanto que es un encubrir que revela. El ser-ahí, en tanto que yecto y caído en el mundo de que se cura, tiene como existenciario el encontrarse que se da en el afecto de la angustia. Que Heidegger haya elegido a la angustia no es un simple pesimismo, responde más bien a que aquello de lo que la angustia se angustia es del ser-en-el-mundo mismo. Ya Kierkegaard había trabajado sobre la angustia, poniéndola como la antesala de la libertad. Se dice que inclusive fue el primero en teorizar a la angustia en cuanto su objeto es una "nada". Otro caso es el del miedo. Si la angustia carece de su objeto es porque en ella el objeto se da tal cual. Se trata de la nada, si queremos metaforizar, aunque hay que cuidarnos de espiritualizar. Sabemos que el proceso lingüístico de la metáfora es la base de los dioses. El lenguaje precede, y de divino sólo tiene que no sirve para nada. Tan es así que menos nos entendemos cuando somos claros que cuando no. Y si la angustia es el afecto por excelencia, pues es el único que escapa a la representación (en cambio el odio y el amor, por ejemplo, expresan contenidos de representación), hay algo en ella que apunta hacia la causa del deseo, cuyo modo de articularse es siempre difuso, girando en torno a lo que nunca estuvo.

Que el Black metal esté dividido es una de las tantas razones para hacerlo tan “dividino”, estando sostenido en la inherente religiosidad del sujeto, en la cual; por cierto, no siempre queda satisfecho el narcisismo adecuado al entendimiento; por esa misma razón el BM no excluye de sus parámetros simbólicos a una tendencias política como el comunismo (RABM), aunque ciertamente tampoco sea tan bienvenida. Y es que el comunismo no está exento de religiosidad, como tampoco ningún otro tipo de ateísmo (lo que no desacredita puesto que se trata de situaciones de deseo, en cada caso particular), aunque lo que lo diferencia del nazismo es que falta exactamente lo explícito de la religiosidad, por un lado,y la comprensión tan usual del nazismo como algo malvado, por el otro. Pero no estamos desinformados sobre el hecho de que el “verdadero” NSBM es exactamente aquel que sostiene al Holocausto como una mentira -ficción judaica para autohumillarse y hacerse inmunes-, y al nacional socialismo como un Bien sagrado, velado por la maldad de aquellos que gozan con el dinero, por History Channel, etc. Si el NSBM puede dividirse entre los que lo ven como una prueba de antihumanismo, destrucción y odio; y por otro lado, los mencionados anteriormente, no habría problema en decir que en ambos prevalece la tendencia a la discordia que el efecto significante de una svástica o un Hitler, pueden lograr. Tan es así que hay bandas que utilizan símbolos nazis sin tener una ideología acorde, aunque no se excluirían en su fantasía de sus filas. Pero esa discordia se sustenta en la posibilidad (imaginaria, simbólica o real) de restarse del otro, mediante la voz de un Otro que le diga, al religioso sujeto, que forma parte de un grupo selecto (la raza aria, la raza azteca, etc.), con lo cual el narcisismo se alista para su baile de gala.

Hasta aquí alguien podría decirme, “si vas a teorizar acerca del BM, quita primero cualquier política de por medio", a lo que yo respondería remitiendo al sentido arcaico de la mentada idiotez. Y es que no podemos dejar de lado todo aquello que al Black Metal se le impone con tanta distancia que se convierte en una cercanía excesiva. El cristiniasmo, cuyo odio hemos discernido en su negación de los valores vitales y cuyo asesinato de Dios se asoma por la ventana del nihilismo que supone más allá de cualquier resurrección, se le dibuja al Black metal como aquel horror que se esconde tras el velo de la belleza, si es que el desplazamiento del acento psíquico a la música en vez de a la letra no hace de completo lo suyo. Y es que en la religión cristiana está representado el enemigo del Black metal sin más, sin que por esa razón el misterio de la trinidad se haga comprender en su naturaleza delirante, ni tampoco que el platonismo haya abandonado las puertas del Templo de la Luz Negra, en cuya popularización Nietzsche vio el camino hacia el cristianismo.

Y es que aquella figura de la mala conciencia de la que Nietzsche nos habla en La genealogoía de la moral no se limita a una dualidad del hombre resentido al hombre que es puente para el advenimiento del Ultrahombre, sino que esa mala conciencia está ahí en la vuelta contra sí mismo que es el piso de condiciones de posibilidad del sujeto, así, todo lo que fue traicionado en nombre de la cultura no es propiamente el deseo, y el intento de satanizar ese deseo que se escapa, queriendo verlo en una representación de instintividad ha sido lo que le ha dado a muchas iglesias (entre ellas la de Lavey) su toque risible. Acaso el anticristianismo más adecuado para el sujeto sea aquel en el que se vea en la crufixión una caída misma de los dioses a la mundanidad, de la cual, cierto es, no salieron vivos. Es decir, hacer una cruci-ficción. Si como decía Nietzsche, el único cristiano fue el que murió en la cruz, podemos decir que no existe Black metal cristiano, pero sin duda existen los blackers cristianos, que no dejan de ser blackers por cristianos, ni cristianos por satánicos.

La religiosidad, ha sido hasta aquí, un punto en el que hemos visto constancia en la constitución del Black metal, cuya relación con el yo no nos ha pasado desapercibida. La religiosidad del Black metal busca una satisfacción narcisista en función de la identificación con aquello divinizado. El Black metal mismo funge como ese significante Amo en el que se identifican sus sujetos. Los dioses, la naturaleza, Hitler, etc. son metáforas, efectos de lenguaje, el lenguaje los y nos precede. Y si el black metal pinta esa religiosidad con tintes oscuros, mociones destructivas, es porque la imagen del yo está situada siempre en relación a su espejo, donde la dualidad se presenta con descaro en su inexistencia y su paradójico fundamento. En la serie de Fibonacci, cero más uno es igual a uno, y luego el uno más uno da a dos, pero ese dos no existe como tal, surge de un uno que tiene que ser ahí replicado, o si lo ponemos con manzanitas, ¿de dónde salió la otra manzanita que se sumó a la que dio como resultado de la suma con un cero? Hay un hueco ahí, ese es el sujeto. No es que haya una dualidad junguiana entre mi sombra y mi máscara, es simplemente que el yo es una unidad ilusoria, es ese uno que salió de algún desconocido lugar (no el uno que marcaría la diferencia). Ese yo está doblemente alienado: al otro que es su imagen y al Otro que nombra a ambos... el yo en tanto alienado es también su propio enemigo, pues no es él, por lo tanto el odio es inherente a ese drama subjetivo. Y tiene que ver por hacerse amable para ese Otro que nombra y que propone con su palabra los ideales por alcanzar de ese yo. El Black metal puede definir a su enemigo, a su otro especular, en tanto busque hacerse reconocer y por ende, hacerse amar, por ese Otro que muchas veces tiene la poca creatividad de quedarse con el mismo nombre: Black metal.

Pero no hay que hablar de cosas tristes, más bien nuestro objetivo teórico es preguntarnos acerca de la relación del BM con esa bilis negra, como la llamó Hipócrates, que acaso perpetúe mucha de la “hipocrasía” en la que el BM se va constituyendo como un género auténtico y diferenciable. Si el Black metal se hizo pariente de la depresión y el suicidio no es porque se haya vuelto “gay”, sino porque apuntaba ya en esa dirección, en la dirección de la melancolía en la que el arte encuentra impulso a cantidad ilimitada de manifestaciones; no obstante, el que se haya usado el término depresión nos obliga a echarle un vistazo como a un mero cuadro nosológico, puesto que la depresión no es más que eso. La tristeza, profunda o superficial, como se acomode mejor a su espacialidad imaginaria, es siempre intransferible y particular, y no un gafete de entrada al club de las navajas (que es como yo le llamo al DSBM en tanto tendencia repetitiva). ¿Acaso en bandas como Gris, Noenum, Luror, incluso Silencer, que tocan temas relacionados con la depresión y el suicidio, encontramos esa mismidad que ha de concebirse como DSBM? Para nada: el DSBM se localiza por ser una masa de lo mismo. La depresión cual uso psiquiátrico, sí apunta a una conjunción de sujetos en una categoría diferenciable en un manual diagnóstico, del mismo modo que si revisamos un gran número de bandas del mentado subgénero posiblemente uno se podría horrorizar al ver semejante triunfo de la psiquiatría y de su homogeneización, aun sin que alguno haya asistido al médico. Quizá podamos reconocer en ese subgénero una desviación de un afecto originario en el BM, que por mil y un motivos, ha acabado en aquella depresión en total estado de interpretada; es decir, impropia. Dicho afecto es la angustia. La angustia es primordial y se encuentra en el corazón mismo del BM, precediendo –valga la blasfemia que estoy a punto de decir- al odio. Un orco que lloraba, por ahí de 1991, ya daba cuenta sin saberlo de la importancia de ese afecto cuya representación está aislada y sólo podemos seguir sus pistas a través de las huellas del grito, cuyo efecto es un silencio, cual cuadro de Munch, que aproxima al abismo, o de la oscuridad, en cuya presencia un infante revive a sus fantasmas, y recuerda la ausencia del objeto que lo despista en su propia imagen. El afecto original del BM no es el odio, es la angustia.


Ahora bien, volviendo, vamos a ver que Freud ya señaló la diferencia entre melancolía y duelo. La diferencia estaría dada porque ante la pérdida del objeto, el duelo le lloraría ante un examen de la realidad que ya lo ha visto en falta, mientras que la melancolía se caracterizaría por identificarse con el objeto en el propio yo y así satisfacer los autorreproches, castigos y demás que el yo escindido haría sobre el objeto con el que está identificado en sí mismo; esto es, con lo que fue perdido. Es decir, la melancolía es un odio que en lugar de exteriorizarse se enfoca en el propio yo, siendo entonces un modo de satisfacción narcisista. El melancólico es, aunque parezca contradictorio, un sujeto con un yo demasiado fuerte, tan fuerte que es capaz de restarle importancia a todo el mundo y concentrarse en su yo y, si se da el caso, en su desaparición (vía el suicidio). Entre más enajenación, más fuerza tiene el yo y menos se logra escuchar la voz del deseo. 

Aunque como ya hemos venido diciendo, no estamos interesados en una categoría de la melancolía, y mucho menos del suicidio, cuyo estatuto es aún más variado. No se puede penar al suicidio como cobardía, ni tampoco elogiarlo como valentía, sin primero habernos inmiscuido en el caso dado. Dos suicidios paradigmáticos en el BM: el de Dead a los 21 años, el de Jon Nodtveidt a los 31, en el primer caso la nota que dejó al morir aparentemente no dice mucho: “Disculpa por la sangre”; sin embargo, ¿a quién iba dirigida?, en el segundo caso hubo planeación y una escritura que daría cuenta de su intento de verse en el Otro después desaparecer y al ir desapareciendo. Distintos son los casos en los que el sujeto no avisa, ni deja huella, se mata en absoluto silencio, como en muchos casos de melancolía extrema, en los que la reducción de sujeto a objeto queda consumada. Pero hay que cuidarnos de querer llenar (imaginariamente) de sentido los actos. Los actos crean retroactivamente su sentido. En Dead y Jon, lo que vemos es un llamado al Otro (que no hay que confundir con el clásico “llamar la atención”, que no dice nada, pues aquí hay un llamado que no tiene nada de superfluo, o en todo caso llamar la atención realmente siempre sería en relación a un acto radical). El sentido por el que lo hayan hecho; por ejemplo, Nodtveidt quizá por acceder a una acósmica y acausal dimensión, construcción luciferiana, no es lo importante, sino lo que se dice en el acto mismo que no pudo ser dicho de otro modo. Eso es lo que tentativamente podría estar en juego en esos casos. El acto como tal, no sus motivos. Pretendemos marcar que hay siempre una operación subjetiva en el suicidio que se escapa al discurso consciente. Si el suicidio está en relación al Otro del lenguaje, es porque como decía Cesare Pavese, el suicida es un homicida tímido, el suicida hiere al Otro al inscribirse en su orden fuera de él (vean, si no, cómo se les convierte en árboles en el infierno que nos describe Dante, para que ya no puedan moverse a voluntad), al Otro sólo le queda decir: “¿cómo osas disponer de tu cuerpo y su muerte, si la inscripción significante del cuerpo mismo proviene de mí, es proporcionado por mí?”. Ahora pensemos en los casos en los que el suicida es alguien que ya en vida ha sido reducido a la calidad de objeto: los niños que se han matado por bullying o un vagabundo en un solitario callejón enterrándose una navaja en el cuello: ¡de algún modo es la única manera que pudieron tener para afirmar su ser! Como ven, el suicidio es algo complejo, algo que tiene que ser visto desde la particularidad, incluso siendo en masa.


El acto suicida sólo puede ser leído hacia atrás. El suicidio de Dead le hizo una fama impresionante, no sabemos si esa haya sido su intención; pero podemos decir que su acto es lo que lo nombra Dead, y no al revés, su inscripción en la cadena significante se da al momento en el que él se anula. El suicidio de Jon, a pesar de su indudable toque religioso, pudiera ser entendido también como esa inscripción, pues la muerte es lo real, que él con su acto simbólico logra tocar; sin saber que a su vez, con su muerte, castra a sus dioses, ¿quién sabe cuántas cabezas le queden a Azerate? La madre oscura y divina, Dark mother divine, como su canción, se ha quedado, a fin de cuentas, sin su falo-adepto. 

En efecto, como decía Lacan, el cuerpo es un regalo del lenguaje. Las lesiones autoinfligidas, tan comunes en el subgénero del que hablamos, son una muestra de esa parcialidad que nos excede en nuestro cuerpo mismo. Intentar explicarlo con la liberación de endorfinas (hormonas cerebrales relacionadas con el placer) al sentir dolor, pudiera ser tranquilizante, pero en esas hormonas no hay ningún sujeto. Dejemos de creer que la “mente” está en el cerebro. Nuevamente, como en el caso del suicidio, los motivos que uno pueda enunciar para dar cuenta de unas cuantas cortadas, con cristal roto o con una lima, ya sea un ritual de sangre o un mero gusto estético (como la escarificación), no nos interesan y no apuntamos a juzgarlos. Aunque resultase un poco irónico que si la autopunición pueda tender hacia la inscripción de una marca propia (como también se puede en los tatuajes), se convierta en una moda lo bastante adecuada al “BM marketing”,de cualquier forma nuestro único objetivo aquí es señalar la dimensión inconsciente que está allí presente y que es particular de cada quien. Se trata de que la autoflageración está dirigida hacia un Otro. 

Que hayamos encontrado en el DSBM la misma marca narcisista que hemos estado viendo en otros subgéneros no ha de sorprendernos. Freud decía que el yo es el almácigo de la angustia, en la que ya hemos visto su relación tan íntima con la esencia del BM. El BM vive en su seno mismo un duelo irreparable. Duelo del que el subgénero que perdió originalidad y se hizo moda es un claro síntoma, Uds. saben. Ya en mi metáfora del Génesis he mostrado que el BM nace donde muere. El BM está perdido por siempre, lo real al que se apunta es inalcanzable y sólo podemos intentar de resarcirlo mediante la fantasía. No existe ese tan buscado núcleo donde el BM sería real en la realidad. Cuando es real en la realidad se vuelve cómico. Lo único que tenemos a la mano es la ficción, en donde la verdad se asoma. El Black metal está fragmentado en su esencia, somos nosotros efectos de esa ruptura y el duelo que eso conlleva nos va llevando a tantísimas formas de elaborarlo, que las más de las veces se pierde entre los múltiples sentidos que se piden a gritos; en el BM es literalmente a gritos. Pero en el grito hay otra posibilidad, que encarna la materialidad de la voz. Ya hablaremos de ello.

-Chaoswolf