Acaso salten rápidamente a la vista las palabras que componen el término neológico que se propone a modo de título: hipster e histeria. Ya el autor Ricardo Garza Laude ha escrito un libro con el título “Hipsteria”, cuyo juego significante –creemos- apunta a entender histeria como euforia. Por supuesto que hipsforia no posee la ayuda fonética suficiente como para ser utilizado sin titubeo. Pero a nosotros nos interesa cómo resuena el significante histeria, no tanto así la histeriografía sociológica del término hipster; no nos encontramos autorizados para decidir quién es un hipster auténtico y quién no, tampoco nos es urgente remitirnos al primer hipster de la historia para moldear a partir de ahí que lo que actualmente se llama hipster es un malentendido. Mucho menos pretenderíamos hacer un catálogo de rasgos de personalidad y conducta que al cumplir cierta acumulación numérica arrojen el resultado hipster. Sin embargo, ya en escritos pasados he utilizado esa palabra para designar cierta experiencia dentro del BM, pero su utilización no tuvo en absoluto una finalidad teórica sino jocosa. Aunque eso no signifique que nuestro discurso esté exento de teoría, sino que acaso pudiese ser el esbozo de una futura teoría acerca del BM; si eso importa o no, si tiene utilidad práctica o no, es algo que no me interesa. Lo que puedo decir es que no seré el único, si bien quizá sí el primero, en abordar al BM desde conceptos. ¿Es el black-hipsterismo un concepto? Sí y sólo sí lo entendemos desde la estructura (inacabada, difusa, pero que se sostiene) del Orgenlatém, es decir, desde mi pluma. En otras palabras, cuando aludo a lo hipster no lo estoy entendiendo en un modo unívoco, ni tampoco es un término para atacar a nadie, aunque sí para “discriminar”, mas no caigan en la trampa de lo peyorativo y vayamos sobre el camino.
La histeria dentro del psicoanálisis ha
tenido notables variaciones, inclusive llegando a un momento en la enseñanza de
Lacan en la cual se eleva a la categoría de discurso. Es un discurso sin el
cual no existiría el discurso psicoanalítico, del mismo modo en que no habría
Orgenlatém sin la ideología del BM, por lo cual ahora construiré algo a partir
de las coordenadas que me permite esa hipsteria que se asoma en nuestra
experiencia.
En un diálogo de GTA V (Grand Theft
Auto V) retratan un diálogo que en mi experiencia ha sucedido muchas veces
–y en diferentes contextos-: Michael comienza por hacerle un par de preguntas a
Trevor, sobre su lugar de residencia, su vestimenta, sus gustos, su estilo de
vida, recabando al final toda la información para decirle sin sutileza: “You
are a hipster!”. Trevor responde-naturalmente- que odia a los hipsters y que
de hecho se los come por diversión, a lo que ingeniosamente Michael
replica: Hipsters love saying they hate hipsters.
Por supuesto que Trevor es un personaje
hosco, sucio, soez, que no es fácilmente comparable con un hipster cualquiera,
cosa que Michael no está dejando de lado. Por ello argumenta: eres lo que los
hipsters aspiran a ser; dicho de otro modo, un hipster elevado a su máxima
expresión. Poniendo de ejemplo su vestimenta, le dice,
parafraseando: no eres falta de gusto, de ser así usarías ropa común y
corriente, en cambio usas ropa deliberadamente áspera a la vista, eres, pues,
¡la oposición al gusto! ¿Por qué retomamos esta –divertida, por lo demás-
conversación? Por lo paradójico que resulta el hecho curioso de que es un su
negación que –según Michael- el hipster se afirma. Es en el desdoblamiento del
espejo donde un hipster, sea cual fuere, constituye su identidad; en otros
términos, es desde la exterioridad negada (aquello otro que a veces es
llamado lo mainstream) que crea su interioridad afirmada. Hay
quienes notarán que esto no es exclusivo del hipsterismo, sino que abarca la
función de desconocimiento que es propia del yo. La figura –fantasmática- del
hipster sólo nos la señala. Fantasmática implica para nosotros que no
pretendemos situarla en una realidad objetiva pre-discursiva. Y que no se
entienda que el mundo es entonces pura fantasmagoría, sino que más bien el
fantasma es una estructura que posibilita hablar de realidad. El fantasma es
una respuesta a las marcas de ausencia que el significante deja en el sujeto,
la división realidad/fantasía es, pues, efecto de dicha operación. Por lo cual
yo entiendo como figura fantasmática a un objeto que, independientemente de su
realidad fáctica, pone de manifiesto la relación –problemática- del sujeto con
el goce –innombrable- del Otro. El cristiano para el anti-cristiano, el judío
para el nazi, el poser para el true, etc. Pero ¿quién es el antípoda del
hipster? ¿Acaso él mismo? Muy probablemente, y esto es lo interesante. Empero,
nuestra atención la enfocaremos hacia la relación que se establece entre el BM
y lo hipster, evidenciada para nosotros en la popularidad que los “post” han
adquirido en estos tiempos. Uds. saben, post-rock, post-black,
post-industrial, etc. El prefijo que apunta al “después”, a lo nuevo en
comparación con lo repetido, se ha convertido de hecho en algo que prolifera
con cierta autonomía, habiendo individuos que dedican su regocijo musical casi
en totalidad a dicha derivación. Muchos de los que otrora escuchaban BM
cedieron a ese cambio de piso, digamos, en el que suponen haber ascendido. Me
he llegado a topar con juicios tales como “el BM ya pasó, ya no asusta a nadie
(¡¿y a quién demonios le interesa asustar?! Me pregunto), ya es conocido por
todos, ahora lo novedoso es el post-black/shoegaze”.
Sabemos que por sí mismo el shoegaze es un género que ya tiene connotaciones
"post". Las variaciones y la diversidad de géneros que se entrelazan
en la tendencia “post” no será objetivo de nuestro análisis, sino poner en mesa
algunas de las posibles inclinaciones subjetivas que están asociadas a ella. En
primer término, hemos visualizado que hay quienes lo conciben como una
evolución, como un perfeccionamiento. De la misma manera en que un púber
cualquiera, al pasar de las bandas a las que tenía acceso gracias a MTV a otras
que han nadado en las aguas del underground, supone estar en crecimiento, de lo
simple a lo complejo, de lo que es para las masas a lo que es para unos pocos,
de esa misma manera muchos conciben el paso del black al post-black. Y para
decirlo pronto, sostenemos que no es otra la ilusión que afecta al hipster
cuando dice “es que eso ya no me gusta porque se volvió mainstream”.
¿Se ve?
En el plano de los gustos musicales, se
tiende a creer que elegimos la música que escuchamos por buen criterio, buenos
gustos, oído refinado o mentalidad evolucionada; sin excepción considero todo
ello como ilusorio: sigo de cerca a Freud en esto, la verdadera elección es
inconsciente. Las bandas musicales para mí, son representaciones, o en léxico
lacaniano, significantes, se condensan, desplazan, pero siempre están ahí para
representar a un sujeto para otro significante. Y los significantes están en
función de la historia de cada sujeto, p. ej. no es sorprendente que la gente
con esta tendencia a lo post sea justamente aquella que hace música. El vínculo
que hay con la experimentación musical es ineluctable. Y sabemos que el ser
músico es también un significante. Subrayen eso. También observamos que dentro
de lo post figura, aunque quizá no dentro del mismo grupo, aquello que invita a
un minimalismo exacerbado. Grupos que tocan dos o tres acordes por hora, cuya
finalidad acaso sea matar de aburrimiento, pero en quienes muchos encuentran
reliquias dignas de analogías con el santo grial. Por otro lado, hay bandas de
“post-black” que suenan tan black que parece ocioso buscar el post y no dejarlo
simplemente en que experimentaron de modo logrado. Hay álbumes tan
geniales como el homónimo de Amesoeurs, como también reproducciones técnicas
estúpidas y vacuas.
Pero dejando de lado las infinitas
variables en este tema, mi crítica al asignarle el prefijo post al black se
entiende dentro de las coordenadas del significante. Es dar pie al supuesto de
que el black ha sido superado, y por lo tanto, pensar que en esa superación
radica la subversión. Yo he escrito hasta el cansancio que la subversión del BM
tiene que ver con otra cosa, difícil –cierto es- de asir, pero que tiene que
ver con la letra. No les diría que Chaoswolf es la subversión del BM, porque
soy más bien quien está tratando de construirla, y desde ahora les digo que no
hay formas acabadas. Es la tensión dialéctica que no cesa de no escribir su
culminación, o podemos pensarla como la paradoja del futuro anterior: habrá
sido… el BM habrá sido ¿qué? Lo que es.
Hay otros aspectos que en
ocasiones son correlativos a lo que venimos mencionando; es decir, de esa tendencia
desbordada de lo “post”. Es el hecho de que, en tanto el post supone una
combinación del black con elementos ajenos a su “naturaleza”, se considera esto
una especie de “apertura de mente” en cuanto a la ortodoxia clásica de lo true.
El black-hipster se comienza a considerar un anti-true. Las consecuencias de
esto tocan para nosotros el tema de la verdad. El blacker hipster pudiera
manifestarse en aquel que considera estar rompiendo los esquemas trues que
impiden la libertad creativa, y en eso pareciera que no hay mucha diferencia
conmigo y mi subversión del BM. Pero para no caer en la trampa Michael-Trevor,
en vez de renegar de esa semejanza, la asumiré y la llevaré más lejos, veamos
cómo.
A pesar de que es generalizada la
tendencia a creer que toda verdad es relativa, que cada cabeza es un mundo, el
que escucha post-black con portadas rosas puede llegar a considerar primitivos
a los trues que aseguran que la mejor música se hizo en los 70’s-80’s (lo cual
asemeja a éste último a una postura hipstérica),
mientras que los trues -en el mejor de los casos- no lo van a bajar de puto. Y
aunque exista el convenio "subjetivo" de que cada quién es libre de
elegir lo que le plazca, porque ingenuamente se pretende que ese mentado mundo
mental es propio, ambos lados tendrán restricciones auditivas muy claras. Es
bastante raro que un black-hipster se lleve bien con la música comercial,
incluso con el black clásico, que si bien primitivo, ha logrado ser tan popular
como uno se imagine. Y es raro que un true actualmente se declare abiertamente
intolerante y cerrado, si acaso le podrían faltar un par de copas más, como ya
me ha tocado observar. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la línea
entre lo under y lo comercial en medio de la vorágine ciberespacial es cada vez
menos asequible. Esto hace aún más difícil trazar una distinción fina entre el
true y el hipster, más bien ambos términos si se llegasen a fijar sería
únicamente como consecuencia de movimientos dialécticos. No obstante, dichos
movimientos sólo son tales por su propia imposibilidad. La violenta
multiplicidad que aparece cuando se habla de temas como: tribus urbanas,
géneros musicales, tendencias, etc., no es otra cosa que una cara de lo real,
de lo que no tiene simbolización posible.
Nosotros estamos usando dos términos,
el true y el hipster, que parecen reducir toda una complejidad psicosociológica
a meras caricaturas. Me excuso si en considerables ocasiones me he inclinado
por ese recurso; sin embargo, me interesa que se articule en esos dos planos que
la verdad no está sino en el vacío que de la intersección de la respectiva
relación con ella que cada uno manifiesta. Tal como podría mostrarse con un
diagrama de Venn.
La verdad quedaría en medio, allí donde
la música se desviste de ropajes ideológico y aparece como lo que es: un objeto
causa del deseo. Es decir, no está “adelante” del sujeto, sino que está
causándolo. No es que debamos desnudar a la música, sino saber que su condición
de posibilidad es estar siempre vestida, incluso para poder apreciar y degustar
su más extraños ropajes de carne. El plano del “yo soy” o “yo no soy”, con el
cual Michael jugó, es el plano especular, que visto gramaticalmente apunta al
sujeto vacío de la enunciación; es allí donde puedo decir que no importa si
digo que soy o no soy, porque en ambos términos el ser estará en falta. Es
también por esto que mis escritos no deben tomarse como algo
personal, pues, parafraseando a Nietzsche, yo no ataco jamás a
personas, ataco causas triunfantes; es decir, cuando emito una crítica no estoy
pensando en cómo se auto-definen las personas desde su yo, ni tampoco que odie
y explote ante cualquier mínima partícula del objeto criticado, "causas
triunfantes", significa modelos de pensamiento cuyas consecuencias son
inadvertidas, silenciosas y que pueden ser alteradas.
-Chaoswolf 6/11/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario